El atreverse en arte es algo que pocos artistas suelen hacer. La mayoría lo hacen y lo consideran válido mientras están formándose, pero una vez elegida la especialidad esto se detiene. Sobre todo si alcanzan el éxito, entonces llegan a un tope. Repetir la fórmula ganadora, popular y sobre todo rendidora –monetariamente hablando– puede significar la cumbre y a la vez la ruina creativa de un artista.

Por ello es que siempre he recomendado a los artistas la continua experimentación en el arte. Porque creo que el arte â€“al comunicar–  puede expresar mucho más de ellos mismos con las diversas técnicas, medios y posibilidades existentes. Creo que al enfrentarse a nuevos soportes, técnicas, el artista se reta en cuanto creador; reta sus habilidades y el resultado en cualquier caso va a sorprenderle. 

Es este el grato caso de Sebastián Simendez. Un artista que tal vez justo por no tener formación académica no se ha visto contaminado por las limitaciones impuestas por una escuela. En Simendez podemos ver de todo: pintura, escultura, collages, técnicas mixtas, fotografía, escultura, diseño gráfico y artesanal. Y para sorpresa de muchos, mas no de aquellos que lo conocen, toda obra muy buena.

Lo asombroso del arte de Simendez es que cada experimentación suya nos permite conocer una parte más y diferente de él. Así hay que destacar sus notables esculturas en cedro: excelentes ejemplos de la escultura abstracta, del valor al vacío y la luz, porque el espacio también comunica. Lo mismo se puede decir de sus fotos en blanco y negro. Geniales montajes que transmiten la profundidad de la propuesta.

Sin embargo, lo más sobresaliente de toda su producción está compuesto por sus famosos y adorables collages y sus lienzos en técnica mixta. La espontaneidad de sus composiciones y la ingenuidad de sus personajes nos recuerdan la ternura del arte naif. Personajes con sonrisas desbordantes, de colores vibrantes y en algunos casos furiosos, que evidencian la influencia de Henri Matisse. Geniales `Los jugadores de cartas´ y el resto de ese tipo.

Una mención aparte merecen “sus ciudades”, en las cuales evidencia su conocimiento de la arquitectura. Lugares donde el caos citadino está controlado, donde edificios modernos conviven con hermosos ejemplares del pasado en un dibujo fluido, de caprichosas formas. Ciudades que no existen, pero en las cuales logramos estar inmersos, caminar, vivir gracias a la propuesta de Simendez. Las más logradas son las ciudades en azul –¡obtenidas con pintura satinada para pared lavable!–; y de los collages: `El cuadro de Fernanda´, y su símil `Ciudad en duda´. Definitivamente ciudades en las que quisiéramos vivir.

Mi sugerencia para Simendez es continuar experimentando y probar temas realistas, de corte académico. Ir por la otra vía, la diametralmente opuesta. O abordar estos temas a la luz de su propuesta personal. Estoy segura que en cualquier caso el buen Sebastián seguirá sorprendiéndonos gratamente.

“En arte lo puedes poner todo”, me comenta Simendez.  Esta fórmula es afortunada en él: betún, nogalina, tintas, cartulina, pintura por computadora, etc. Hay muchísimos temas a reinterpretar y nuevos por trabajar, pero nunca debe faltar empeño y talento. Como en el caso de Sebas, es una combinación estupenda.

Foto: álbum personal de Sebastián Simendez.

Visita el blog de Simendez: http://simendez-simendez.blogspot.com/

o mira algunos de sus trabajos en: http://www.facebook.com/profile.php?id=100001881266961